Períodos críticos en el desarrollo mental infantil


Hace unos 20 años, los científicos descubrieron que las regiones cerebrales básicas para asegurar que un niño pueda desarrollar todo su potencial intelectual, quedan establecidas en los tres primeros años de vida.


desarrollo mental infantil

A partir de allí, muchos padres comenzaron a preocuparse acerca de cómo asegurar que su hijo desarrolle todo el potencial intelectual, después de todo, el cerebro de un bebé debía estar "cableado" hacia su tercer cumpleaños, de lo contrario, el niño estaría condenado a pasar el resto de su vida con un menor potencial intelectual.

Esta historia, como hemos dicho, comenzó cuando un grupo de investigadores hallaron que determinadas zonas cerebrales básicas para los sentidos (vista, oído, etc.) quedan determinadas en los primeros tres años de vida. También se encontró que el cerebro en desarrollo de un bebé puede ser modificado mediante plasticidad neuronal, gracias a ciertos tipos de estímulos.

Poco tiempo después, las noticias sobre esto comenzaron a aparecer en la prensa. Por ejemplo, en febrero de 1996 un artículo de la revista Newsweek llamado "El cerebro de tu hijo" escrito por Susan Begley, hablaba de "períodos críticos" como ventanas que la naturaleza deja abierta y que posteriormente va cerrando, una a una, sobre el tercer año de vida.
En la década posterior, esta noción cobró impulso y aún hoy esta visión engañosa de cómo se desarrolla el cerebro del niño y cómo aprenden, sigue vigente.


Períodos críticos o períodos sensibles

En realidad, la plasticidad cerebral continúa incluso en la edad adulta joven. La arquitectura básica del cerebro no está completa hasta bien pasada la etapa adolescente.


En el desarrollo cerebral, un 'período crítico' es un ciclo de tiempo en el que este está especialmente accesible para la adquisición de una habilidad mental.


El desarrollo del lenguaje es un ejemplo bien claro de que si el cerebro de un niño no recibe dicho estímulo en el período correcto, no desarrollará la habilidad del lenguaje correctamente.
Seguramente ha notado que algunas personas que aprenden un segundo idioma, lo hablan con acento, incluso si su conocimiento general de dicción y gramática es excelente. También, posiblemente haya notado que cuando un niño emigra a otro país con otra lengua, seguramente con el correr de los años hable ese idioma sin acento.

Parece que hay un período crítico para el aprendizaje de un segundo idioma, al menos en cuanto a la pronunciación como un nativo, que termina alrededor de los doce años. Pero la verdad, es que hay relativamente pocos períodos críticos. Y que la flexibilidad en el desarrollo del cerebro sea equivalente a la noción de ventanas que se cierran, simplemente, no es cierta. De hecho, en la actualidad, los neurocientíficos ya no utilizan el término período crítico sino que hablan de períodos sensibles.

Lo que si es muy cierto, es que el desarrollo del cerebro necesita de estímulos para que esas regiones funcionen adecuadamente.
Estudios con personas ciegas de nacimiento muestran que las zonas cerebrales que normalmente se utilizan para la vista se reconvierten para otros cometidos, por ejemplo, para la audición. Y que incluso si posteriormente la vista es restablecida, los centros visuales del cerebro ya no son capaces de procesar correctamente dicha información.
Por otra parte, y esto es un punto clave, incluso si la persona tiene muy baja visión y está casi ciega, en caso de que se restablezca completamente la visión, los centros del cerebro encargados de la vista trabajarán muy bien, este proceso puede ocurrir hasta bien entrada la adolescencia.
O sea, mientras haya una cierta entrada visual, incluso muy degradada en calidad, el cerebro de una persona joven será capaz de procesar la información cuando esta esté totalmente disponible.

Para terminar, el mensaje principal es que el cerebro no necesita acciones especializadas ni DVD del "bebé genio" para activar la plasticidad neuronal. En cambio los padres, de forma natural, deben asegurarse que el niño se nutra de experiencias del mundo real. Hablándoles, leyéndoles, alimentando su curiosidad y simplemente jugando con ellos.


Referencia: Susan Begley "Your Child’s Brain" Newsweek, Febrero 19, 1996, pags. 55–61