Carlos es el director de una ONG que ayuda a varios hospitales públicos de países pobres. En los últimos años ha logrado recaudar mucho dinero para que ello sea posible y que tanta gente reciba una atención vital, que sin la labor de su ONG es altamente probable que no la hubiesen recibido.
Pero una cuestión ética surge en un determinado momento: una persona de mucho dinero le ofrece a Carlos evadir el fisco mediante pagos a su organización. El sabe que estas cosas a menudo suceden y podría negarse a participar, pero no lo hace y decide recibir el dinero.
En su mente la balanza está equilibrada, es decir, si su ONG obtiene ese dinero podrá brindar más y mejor auxilio a los hospitales que su organización ayuda. Piensa que está bien ignorar el comportamiento poco ético ya que del otro lado de la balanza él ve que está realizando una tarea noble.
La conducta y la forma de pensar de Carlos nos ilustra un comportamiento de autorregulación moral, o sea, la tendencia a mantener un equilibrio en nuestra vida haciendo algo bueno para compensar que estamos haciendo algo malo. Esto ocurre porque la persona siente que tiene bastantes acciones positivas a su favor como para salirse con la suya de vez en cuando. Todos manejamos este equilibrio, ya sea en nuestras relaciones sociales, en el trabajo, con la comida, etc. y generalmente lo hacemos sin darnos cuenta.
El hecho de tener un comportamiento virtuoso nos hace a aumentar la percepción positiva de nuestra propia imagen, esto ayuda a neutralizar nuestra autocrítica cuando posteriormente cometemos algún "pecado".
La sutileza de este efecto es de un nivel de "ruido de fondo", es decir, está sucediendo todo el tiempo pero generalmente no lo tenemos en cuenta. El punto importante aquí es saber es de qué forma nuestro cerebro apela a este mecanismo para manejar un equilibrio entre nuestros buenos y malos hábitos, acciones y pensamientos.
Toda buena acción siempre resulta siendo remunerada por el Altísimo.
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