La psicología del territorio


Tanto los animales como los seres humanos tenemos un gran apego por marcar nuestros territorios. Veamos como y por qué lo hacemos.


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Muchos animales marcan su territorio frente a otros de su misma especie. Este es un mecanismo por el cual se dividen los recursos valiosos. La ventaja de la territorialidad radica en que reduce la agresión directa y evita posibles causas de lesiones que pueden resultar fatales. Incluso si sobrevive a la pelea, el estado de debilidad es una invitación para los depredadores, por no decir de la posibilidad de heridas menores pero que pueden llevar a infecciones peligrosas.

Esta situación si bien es constante, se percibe especialmente en la época de apareamiento cuando los machos anuncian a sus potenciales rivales que ese territorio esta ocupado. En muchos casos, dicha declaración de defensa de la propiedad es suficiente para mantener a los competidores a cierta distancia.


El objetivo de la territorialidad animal es excluir a otros de ciertas zonas mediante el uso de señales auditivas, visuales u olfativas.


Esto nos lleva a la interesante función psicológica de las territorialidades. Según los etólogos (expertos en conducta animal), cuando un animal se traba en lucha con otro, es mucho más probable que se imponga cuando está en su territorio, que si se encuentra en el territorio del rival o neutral.

¿Por qué un animal podría sentirse más confiado en su territorio que fuera? Esta es una pregunta con varias explicaciones posibles. Para empezar, el espacio le es familiar y la familiaridad genera inclusión, por tanto, es natural que lo defienda. También en los animales la territorialidad está muy asociada al apareamiento, ya que es muy probable que en ese lugar conviva con una pareja. Por otra parte, es factible que ya haya ganado disputas anteriores por la defensa de ese territorio, aumentando así su confianza con rivales difíciles.


La psicología del territorio

Obviamente las personas somos tan territoriales como los animales, sólo que lo manifestamos de otras formas y no exclusivamente en el sentido de la vivienda, sino que también dentro de nuestros propios hogares delimitamos nuestros territorios.
Los seres humanos dividimos el interior de nuestros hogares de una manera interesante. Cada uno de nosotros tenemos bien encuadrados aquellos rincones en donde nos gusta pasar el tiempo.

Las parejas dividen sus habitaciones en mini territorios. Cada cónyuge tiene su propio espacio en el armario para la ropa, sus propios cajones de la cómoda, su propio espacio en los estantes del baño, su lugar de la cama, etc.

Luego están nuestros mini territorios esparcidos por el resto del hogar. Cada miembro de la familia tiene su asiento preferido en la mesa del comedor, su asiento favorito en la sala de estar y así sucesivamente.


La apropiación informal del espacio es un aspecto tan generalizado del comportamiento humano, que ni siquiera nos detenemos un segundo a pensar en ello.


El territorio significa confianza y la confianza construye el status. Es por ello que las personas que quieren sentirse poderosas ocupan territorios en formas de espléndidas viviendas y oficinas, que además harán notar con diferentes señales quién es el dueño de ese territorio. Por el contrario, las personas que carecen de ese status tienden a congregarse más en espacios compartidos y públicos.

Dentro de nuestro territorio tenemos un sentido de control, una cierta sensación de estabilidad, organización y predictibilidad. El comportamiento territorial humano ha sido construido sobre mecanismos evolutivamente antiguos, que a su vez se han ido moldeando por pautas culturales.
Ahora... dado que los seres humanos somos criaturas sociales, ¿no sería mejor comparar la territorialidad a nivel grupal que a nivel individual? La territorialidad de grupo tiene una base histórica más grande que la individual.

En algunos territorios de animales estas fronteras se disuelven temporalmente dada la alta disponibilidad de recursos. Por tanto, sin nos guiamos por una base biológica ya sea grupal o individual, debemos asumir que la demarcación de territorios tiene su asiento en la limitación y administración de recursos.



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